sábado, 24 de abril de 2010

El día del libro




El viernes 23 quisimos de alguna manera recordar a un compañero que es siempre fiel a nosotros; que forma parte de nuestra cotidianidad; que espera paciente a que vayamos a él y que nunca nos rechaza por mucho que lo maltratemos: el libro. Y con él, quisimos recordar a los autores que nos han acompañado en tantas ocasiones y especialmente a Miguel Hernández.








En el recreo hicimos la entrega de los premios de nuestro certamen literario, que estrenaba nuevo nombre: Palabras nunca contadas. Este año la crisis ha llegado también a la imaginación de nuestros alumnos. ¿O tal vez haya sido la pereza? Sea como sea, la participación ha sido menor. Tal vez, por eso, hemos tenido una sola premiada. Desde aquí felicito a Marta García Gayo, alumna de 1º de la ESO, quien nos ha presentado un relato que rememoraba la despedida del colegio. Buen trabajo, Marta.





Después de la entrega, disfrutamos de la lectura de algunos poemas por parte de alumnos y profesores. No pudimos leer más que una pequeña selección y quedaron muchos más que recordar, pero... como decía al principio de esta entrada... Lo bueno de los libros, de su contenido especial (como lo definía la revista Cedro este mes) es que siempre nos esperan. Os dejo alguno de los poemas que leímos (no todos):



De Gloria Fuertes:
No está mal
El perro entiende.
El cocodrilo llora.
La hiena ríe.
El loro habla.
El hombre entiende,
llora,
ríe,
habla,
además puede leer.
De todos los animales de la tierra
sólo el hombre puede leer
para dejar de ser animal.
¡No está mal!





PIDO LA PAZ Y LA PALABRA, de Blas de Otero

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia.
Pidola paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pidola paz y la palabra.


El comienzo del Romance sonámbulo, de Lorca:


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.




VIDA, de José Hierro:


Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.





Esto es amor, esto es amor, yo siento..., de Alfonsina Storni



Esto es amor, esto es amor, yo siento
en todo átomo vivo un pensamiento.
Yo soy una y soy mil, todas las vidas
pasan por mí, me muerden sus heridas.
Y no puedo ya más, en cada gota
de mi sangre hay un grito y una nota.
Y me doblo, me doblo bajo el peso
de un beso enorme, de un enorme beso.




Y no podemos olvidar, que días antes tuvimos un encuentro radiofónico, cortesía de Poesía de OídAs (proyecto que nos trajo el Enclave joven de Arganda) con Antonio Daganzo y Carolina Paz, a los que sólo podemos agradecer su labor y su entusiasmo. Su programa nos permitió un encuentro con la poesía de Miguel Hernández, del que, como recordáis, celebramos su centenario (de ahí esos marcapáginas que os hemos dado de recuerdo).




En fin, pues sólo me queda agradeceros vuestra colaboración y emplazaros a posteriores lecturas en el Agora del instituto (el hall). No seáis tímidos y leed. Recordad, como decía Tomás Eloy Martínez (1934-2010), escritor y periodista argentino, "Si no supiéramos leer, tampoco sabríamos pensar." Lo que me lleva a esta pregunta: ¿Significará esto que el que deja de leer, terminará por dejar de pensar? Y ante la duda, ¿por qué no leéis?






¡SED FELICES!